jueves, 18 de mayo de 2017

ALEXIS DE TOCQUEVILLE: LIBERTAD DE PRENSA Y DEMOCRACIA EN AMÉRICA


«Confieso que no profeso a la libertad de prensa ese amor completo e instantáneo que se otorga a las cosas soberanamente buenas por su naturaleza. La quiero por consideración a los males que impide, más que a los bienes que realiza.»[…]

»En un país donde rige ostensiblemente el dogma de la soberanía del pueblo, la censura no es solamente un peligro, sino un absurdo inmenso. […]

»Norteamérica es tal vez, en este momento, el país del mundo que encierra en su seno menos gérmenes de revolución. En Norteamérica, sin embargo, la prensa tiene los mismos gustos destructores que en Francia, y la misma violencia sin las mismas causas de cólera. En Norteamérica, como en Francia, es ese poder extraordinario, tan extrañamente mezclado de bienes y de males, que sin ella la libertad no podría vivir y que con ella apenas puede mantenerse el orden. […]

»Para recoger los bienes inestimables que asegura la libertad de prensa, es preciso saber someterse a los males inevitables que provoca. Querer obtener unos, escapándose de los otros es entregarse a una de esas ilusiones que acarician de ordinario las naciones enfermas, cuando fatigadas de la lucha y agotadas por el esfuerzo, buscan los medios de hacer coexistir a la vez, en el mismo suelo, opiniones enemigas y principios contrarios. […]

»Los Estados Unidos no tienen capital: las luces, como el poder están diseminadas en todas las partes de su vasto territorio; los rayos de la inteligencia humana, en lugar de partir de un centro común, se cruzan allí en todos sentidos; los norteamericanos no han colocado en ninguna parte la dirección general del pensamiento, como tampoco la de los negocios. […]

»En los Estados Unidos, no hay casi poblado que no tenga su periódico. Se concibe sin dificultad que entre tantos combatientes, no se puede establecer ni disciplina, ni unidad de acción: así se ve a cada uno enarbolar su propia bandera. No es que todos los periódicos políticos de la Unión se hayan alineado en pro o en contra de la administración; sino que la atacan o la defienden por cien medios diversos. Los diarios no pueden, pues, establecer en los Estados Unidos una de esas grandes corrientes de opinión que elevan o desbordan los diques más poderosos. […]

»El espíritu del periodista, en los Estados Unidos, es atacar groseramente, sin arte y sin concierto, las pasiones de aquéllos a quienes se dirige; abandonar los principios para cebarse en los hombres; seguir a éstos en su vida privada, y poner al desnudo sus debilidades y sus vicios.

  Es deplorable tal abuso del pensamiento. […]

»Resulta de esto, sobre todo, que las opiniones personales expresadas por los periodistas no son, por decirlo así, de ningún peso ante los ojos de los lectores. Lo que ellos buscan en los periódicos, es el conocimiento de los hechos. Sólo alterando o desnaturalizando esos hechos es como el periodista puede dar a su opinión alguna influencia. […]

»En los Estados Unidos, cada periódico tiene individualmente poco poder; pero la prensa periódica, es todavía, después del pueblo, la primera de las potencias. […]



Fragmentos de: Alexis de Tocqueville, Democracia en América, Segunda Parte, capítulo III, «La libertad de prensa en los Estados unidos«. Fondo de Cultura Económica, México, 1957, traducción Luis R. Cuéllar, págs. 198-205




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