sábado, 28 de noviembre de 2015

ENTREVISTA 'DOS VECES BUENO' EN REVISTA 'WADI-AS'

Reproduzco a continuación la entrevista realiza por Encarni Pérez al autor del libro Dos veces bueno. Breviario de aforismos y apuntamientos (Evohé, 2015) en el número del 28 de noviembre al 4 de diciembre de la revista WADI-AS.



Descargar imagen aquí.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

CENA CON ADAM SMITH Y ACCIÓN DE GRACIAS


Acerca de a quién dar gracias por la acción de cenar todos los días del año.


«el hombre reclama en la mayor parte de las circunstancias la ayuda de sus semejantes y en vano puede esperarla sólo de su benevolencia. La conseguirá con mayor seguridad interesando en su favor el egoísmo de los otros y haciéndoles ver que es ventajoso para ellos hacer lo que les pide. Quien propone a otro un trato le está haciendo una de esas proposiciones. Dame lo que necesito y tendrás lo que deseas, es el sentido de cualquier clase de oferta, y así obtenemos de los demás la mayor parte de los servicios que necesitamos.

»No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos procura el alimento, sino la consideración de su propio interés. No invocamos sus sentimientos humanitarios sino su egoísmo; ni les hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas. Sólo el mendigo depende principalmente de la benevolencia de sus conciudadanos; pero no en absoluto.

»Es cierto que la caridad de gentes bien dispuestas le suministra la subsistencia completa; pero, aunque esta condición altruista le procure todo lo necesario, la caridad no satisface sus deseos en la medida en que la necesidad se presenta: la mayor parte de sus necesidades eventuales se remedian de la misma manera que las de otras personas, por trato, cambio o compra.

»Con el dinero que recibe compra comida, cambia la ropa vieja que se le da por otros vestidos viejos también, pero que le vienen mejor, o los entrega a cambio de albergue, alimentos o moneda, cuando así lo necesita. De la misma manera que recibimos la mayor parte de los servicios mutuos que necesitamos, por convenio, trueque o compra, es esa misma inclinación a la permuta la causa originaria de la división del trabajo.»

Adam Smith, La riqueza de las naciones



domingo, 22 de noviembre de 2015

SOLO NIETZSCHE


— ¡elegid la soledad buena, la soledad libre, traviesa y ligera, la cual os otorga también derecho a continuar buenos en algún sentido!

Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal



«La soledad de uno es la huida propia del enfermo; la soledad de otro, la huida de los enfermos.

 ¡Que me oigan crujir y sollozar, a causa del frío del invierno, todos esos pobres y bizcos bribones que me rodean! Con tales suspiros y crujidos huyo incluso de sus cuartos caldeados.

  Que me compadezcan y sollocen conmigo a causa de mis sabañones: «¡En el hielo del conocimiento él nos helará incluso a nosotros!» así se lamentan.

  Entretanto yo corro con pies calientes de un lado para otro en mi monte de los olivos: en el rincón soleado de mi monte de los olivos yo canto y me burlo de toda compasión.»


 Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra


domingo, 15 de noviembre de 2015

MICHEL DE MONTAIGNE EN CAMINO


«Corría el mes de junio del año 1580 cuando Michel de Montaigne, dejando tras de sí su castillo, en la comarca del Périgeux, próximo a Burdeos, inicia un viaje por Europa. El itinerario cubre Francia, Alemania, Suiza e Italia, y le ocupa diecisiete meses. Habiendo abandonado las obligaciones públicas hacía casi diez años, escribía en la torre-biblioteca ese libro a través del yo y sus circunstancias que conocemos con el nombre de Ensayos. Igual que una araña teje la tela, en esta obra ejemplar, autor y producto se enredan entre sí, sin llegar por ello a enzarzarse, sólo a envolverse en un mismo destino. A esta labor dedica buena parte de su tiempo tan libre.

Pero, había llegado la hora de tomarse un descanso, de ponerse en movimiento… Montaigne sale de la torre y emprende un largo viaje, antes de que llegue la hora del largo viaje. Sube al caballo y enfila el camino, más que nada por el gusto de viajar, por placer, y de paso para tratarse el «mal de piedra», dolencia que le aquejó durante gran parte de su vida. Cabalgando, según afirma, las molestias físicas disminuían. 

Las impresiones de la marcha y las estancias en ruta han quedado anotadas en un cuaderno de viajero, el Diario del viaje a Italia a través de Suiza y Alemania de Michel de Montaigne, cuya primera etapa la redacta su secretario y acaso también, escudero.


A comienzos de octubre, Montaigne arriba a la ciudad de Basilea (en francés Bâle, pero que en aquellos tiempos denominaban Basle). La bitácora recoge unos breves apuntes acerca de las costumbres de las gentes del lugar, de los colores del cuadro urbano que descubre el ensayista. En uno de ellos leemos lo siguiente:

«Tienen una infinita abundancia de fuentes en toda esta región; no hay pueblo ni encrucijada en donde no las haya, y muy hermosas. Dicen que en Basilea hay, contadas, más de trescientas.»

La percepción más poderosa y viva de esta ciudad que ha quedado grabada en mi mente coincide, punto por punto, con la citada estampa. Las fuentes de Basilea. […]

»Ahora bien, lo realmente excitante de estos recorridos por rutas angostas no es tanto admirar lo que uno espera cuanto descubrir lo que irrumpe de modo imprevisto, nos sorprende y conmueve.

Es el caso que en la Via Madama me topé de pronto con la huella de un viejo amigo que se me adelantó unos cuantos siglos en su visita a Ferrara. Una placa a la entrada de una residencia de jesuitas daba fe de que allí en noviembre de 1580 se hospedó durante su visita a la ciudad Monsieur Michel de Montaigne. Penetré en los amplios jardines, donde el silencio presidia el recinto y las rosas perfumaban el ambiente.


A la vuelta de mi viaje por el norte de Italia, volví a leer el diario del filósofo que daba cuenta del suyo, en el que hacía constar el goce que experimentó al contemplar «en los jesuatos [sic], una planta de rosal que da flores todos los meses del año». Acaso hablaba de rosas muy semejantes sobre las que ahora yo me inclinaba, para olerlas mejor.»


Fragmentos de mi libro El alma de las ciudades. Relatos de viajes y estancias (Amazon-Kindle, 2015).

sábado, 10 de octubre de 2015

E-BOOK NON OLET (NI PUEDE MASTICARSE)


Como yo leo bastante, con el e-book me libro de llevar mucho peso y, de paso, organizo mejor mis lecturas. El problema para algunos es que no huele… El hecho de que el libro electrónico resulte además menos caro que el libro en papel no representa un problema para los lectores a una nariz pegados. Será por dinero…, dijo el orgullo al pobre. Y entiéndase esta consideración no sólo aplicable a la novela El perfume de Patrick Süskind.

Relata Suetonio en De Vita Caesarum VIII, 23, 3 que el emperador Vespasiano (69–79 d.C.) tuvo a bien imponer una tasa sobre las letrinas de Roma, cuyos residuos eran recogidos en la Cloaca Máxima, la red urbana de alcantarillado, que, a pesar del nombre, canalizaba no sólo las aguas mayores sino también las menores. Cuando el hijo de Vespasiano, Tito, recriminó a su padre la práctica de sacar dinero de las letrinas, éste le dio a oler una moneda de oro y le preguntó si le molestaba su olor (sciscitans num odore offenderetur). Tito respondió que no (non olet), a cual replicó Vespasiano el célebre aserto: «Y, sin embargo, procede de la orina» (Atqui ex lotio est).


Hay quienes ponen los sentidos y los sentimientos por delante de criterios de racionalidad, utilidad y economía. También la apariencia sobre la realidad. El mundo vegetal prima en ellos sobre el mundo digital. En el reino de Oleo, la petunia gana sobre la pecunia en esta ley inversa de la evolución. Aunque me huelo, que sus habitantes no se tengan, en consecuencia, por contrarios al Progreso, sino todo lo contrario.



Pero hay más. Muchos que proclaman amar los libros emplean una voraz expresión para conocimiento público: yo devoro libros, eso dicen. Semejantes gargantúas del libro cabría denominarlos por su nombre: «bibliofagos». También de «insaciables», mas no de «consumidores», pues esto último les ofendería. Aunque pueda coincidir en un mismo individuo la condición de bibliófago y devoto del liber oloratus, en el primer caso en particular es muy comprensible su preferencia por el libro en papel en detrimento del electrónico, por ser la pulpa de celulosa masticable y el plástico, no; ni siquiera bebible el cristal liquido de las pantallas.

Libros para qué os quiero. ¿Para hacer de la biblioteca una perfumería o para comerte mejor?


miércoles, 9 de septiembre de 2015

DE HUELLAS Y ESTELAS



La propia insatisfacción lleva a comportarnos de las más curiosas maneras. Somos espectadores de nuestros actos: a veces, como agentes y, en ocasiones, como pacientes. Hacemos y padecemos todos nuestros momentos. Pero, ay, acabamos por sentirnos insatisfechos, porque sentirse satisfechos supone anunciar de alguna manera nuestro acabamiento.

El hombre brota en el mundo, hace su recorrido vital y no termina de hacerse. Termina siendo un ente inacabado entre muchos otros, sin completar del todo, que brilla fugazmente pero que ansía dejar una estela.

Hay huellas y hay estelas.

Las huellas son terrosas, de mayor o menor profundidad, más o menos extensas y de múltiples formas. Todas, no obstante, se hunden en la tierra, penetran el suelo, se estratifican y  pasan definitivamente a formar parte del sueño de la materia.

Las estelas, por el contrario, son sendas luminosas que se proyectan al cielo estrellado, aunque no deba confundirse con las estrellas. No profundizan, se elevan. Estelas hay de mayor o menor longitud y fulgor, pero siempre caminan en dirección astral. Aspiran a ascender hacia la cumbre cenital y disponer allí de la visión celeste. Suben y suben, pero no se borran, sino que van difuminando sus restos con sincopados ocultamientos que anuncian calladamente futuras reapariciones. Tampoco desaparecen del mapa, siembra espacial, esquirlas de desprendimiento corpóreo. Y es que las huellas o estelas son presencias muy terrenales.




Fragmento introductorio (revisado y actualizado) del capítulo VI «El tenue destello de la fama», incluido en mi libro Razones parala ética. Ensayos de ética autónoma y humanismo racional (Edicions Alfons El Magnànim – IVEI, Valencia, 1996).

jueves, 27 de agosto de 2015

COMUNISMO, PACIFISMO Y GUERRA CIVIL


¿Por qué el comunismo, ese constructo ideológico monstruoso que ha generado más matanzas y destrucción en la historia toda que ninguna otra forma de totalitarismo, se ha declarado en todo momento pacifista, sin reservas ni excepción?

He aquí un antecedente:

«Robespierre era un pacifista, no por hipocresía ni por sensibilidad humanitaria, sino porque era muy consciente de que la guerra entre las naciones sirve por lo general como medio para ofuscar la lucha revolucionaria dentro de cada país.» (Slavoj Zižek presenta a Robespierre. Virtud y terror, Akal, Madrid, 2011, pág. 8).

He aquí una consecuencia:

«No trabaja realmente en beneficio de la paz democrática el que repite los buenos y generales deseos del pacifismo, que nada dicen y a nada obligan, sino el que desenmascara el carácter imperialista tanto de la guerra actual como de la paz imperialista que ella está preparando; el que llama a los pueblos a la revolución contra los gobiernos criminales.» (V. I. LeninPacifismo burgués y pacifismo socialista (1917).


¡Bendita y horrorosa sinceridad! La guerra entre naciones no excluye, necesariamente, el recurso táctico y estratégico (y aun la obsesión) a la «guerra civil» como medio político para llegar o mantenerse en el poder. De hecho, los comunistas han antepuesto históricamente (y anteponen todavía) la guerra civil a la guerra entre naciones. La revolución bolchevique triunfó en gran medida por su oposición a la Gran Guerra, haciendo, nada más llegar al poder, que Rusia se desligara del conflicto mundial. Los enemigos a quien derrotar pasaron a ser los burgueses, los campesinos, todos los rusos, en fin, que representaban alguna clase de obstáculo al plan de los soviets, el nuevo absolutismo totalitario.

Será, asimismo, porque hay guerras y guerras. Desde hace siglos. Hasta hoy…


viernes, 7 de agosto de 2015

HIROSHIMA, NAGASAKI Y EL MAL MENOR EN LA GUERRA


«Ya en febrero de 1942 se le había dicho [desde los mandos militares japoneses] al emperador [Hirohito] que no sería posible ganar la guerra. En 1943, la marina había llegado a la conclusión de que la derrota era inevitable. En 1944, Tojo fue defenestrado por un putsch de la marina.  Ninguno  de  estos  hechos  modificó  la  situación.  El  miedo  al  asesinato  era  excesivo.  En mayo de 1945, se solicitó la mediación de Rusia, pero Stalin dio largas al asunto, pues en enero se le habían prometido en Yalta importantes recompensas territoriales, si en  agosto declaraba la guerra a Japón.  El  6  de  junio,  el  Supremo  Consejo  japonés  aprobó  un  documento  titulado  “Política fundamental  que  se  aplicará  en  adelante  en  la  conducción  de  la  guerra”;  allí  se  afirmaba:

Continuaremos la guerra [...] hasta el amargo final”. 

» El plan definitivo para la defensa de Japón, la “operación  decisión”,  contemplaba  el  empleo  de  10.000  aviones  suicidas  (la  mayoría  aparatos  de entrenamiento  adaptados),  cincuenta  y  tres  divisiones  de  infantería  y  veinticinco  brigadas; 2.350.000  soldados  entrenados  combatirían  en  las  playas,  con  el  respaldo  de  4  millones  de empleados  civiles  del  ejército  y  la  marina,  y  de  una  milicia  civil  de  28  millones.  Tendrían  armas como  escopetas  cargadas  por  la  boca,  lanzas  de  bambú  y  arcos  y  flechas.  La  Dieta  aprobó  leyes especiales con el fin de formar este ejército. Los comandantes aliados calcularon que sus propias fuerzas  debían  prever  hasta  un  millón  de  bajas  si  la  invasión  de  Japón  llegaba  a  ser  necesaria.



¿Cuántas  vidas  japonesas  se  perderían?  Si  suponemos  índices  comparables  con  los  anteriores,  la cifra estaría dentro de los 10 a 20 millones. […]

» Los datos disponibles no sugieren que habría podido obtenerse la rendición sin el empleo de las bombas atómicas. Si no se las hubiese empleado, se habrían librado encarnizados combates en Manchuria y  habría  sobrevenido  una  intensificación  todavía  mayor  del  bombardeo  convencional  (que  ya  se aproximaba  al  umbral  nuclear  de  alrededor  de  10.000  toneladas  de  TNT  diarias),  incluso  si  no hubiese sido necesario apelar a la invasión. 

Por lo tanto, el empleo de armas nucleares salvó vidas japonesas tanto como aliadas. Los que murieron en Hiroshima y Nagasaki fueron víctimas, no tanto de la tecnología anglonorteamericana como de un sistema paralizado de gobierno [el nipón], posibilitado por una  ideología  perversa  que  se  había  distanciado  no  sólo  de  los  valores  morales  sino  de  la  razón misma.»


El general norteamericano MacArthur y el emperador japonés Hirohito

Paul Johnson, Tiempos modernos (1983)

domingo, 26 de julio de 2015

HOMENAJE A ELIAS CANETTI: LA MASA Y LA CASA


Para Elias Canetti, existe un impulso originario e incontenible de la masa, en verdad una de las primeras características que más impresionan, su instinto de destrucción: «Preferiblemente, la masa destruye casas y cosas.» (Masa y poder) Como animal pesado y sobrecargado que es, la masa avasalla y somete todo lo que encuentra a su paso, todo lo engulle y metaboliza, hasta el punto de formar en su interior una pasta compacta, concentrada y reducida a su mínima expresión: un conjunto de objetos empequeñecidos. La masa se agranda en proporción directa a la mengua de sus componentes; la masa, vale decir, se hace masilla, con la que tapa agujeros y aberturas que impidan fugas. Y es que como apuntó Ortega y Gasset: «Hay una delicia epidémica en sentirse masa, en no tener destino exclusivo. El hombre se socializa.»

Pues bien, los individuos que se resisten a ser integrados en la masa –lo que no significa que lo logren– buscan su propio espacio donde resistir y sobrevivir, quedando así en el límite de la masa: uno de esos espacios protectores es la casa, refugio de la intimidad y símbolo superior de la propiedad y de la privacidad. Los límites y las demarcaciones de la casa son las ventanas y las puertas, desde ellas guardan el espacio interior y lo separan de lo exterior. No extraña, pues, que la masa se esfuerce en destruir este bastión, porque destruyendo estas imágenes, quebrantan los fortines de la individualidad, la jerarquía y las distancias.

Ventanas y puertas pertenecen a casas, son la parte más delicada de su delimitación hacia el exterior. Destrozadas las puertas y las ventanas, la casa ha perdido su individualidad. Entonces, cualquiera puede entrar a su gusto, nada ni nadie está protegido dentro de ellas. Por lo común, en las casas están metidos los hombres para excluirse de la masa, sus enemigos; lo que no significa, necesariamente, «recluirse». El derribo, el asalto, la intromisión o el allanamiento de morada destruyen aquello lo que los separa. Entre ellos y la masa no hay ahora nada. Pueden salir y sumarse a ella. O viceversa. ¿Se puede…? Se puede pasar a buscarles.

A la masa le irritan las puertas y las ventanas, cuando no están rotas. Le disgusta todo signo indicador que marque distancias. Sobre ellas ejerce la masa su presión más enfurecida. Soplaré, soplaré y la casa derribaré... «A la masa desnuda todo le parece la Bastilla.»


La capacidad del hombre para ensimismarse y desprenderse de la carga y del eco fragoroso de la plaza pública y la tremenda necesidad de residir en uno mismo aun viviendo en la ciudad, no representan un don natural ni una gracia que nos sobreviene. Se trata de un aprendizaje, de un ejercitarse en salir de la casa, de atravesar el puente, de entrar en sociedad, de participar en la vida activa, de encontrarse con la masa, pero también de encontrar el camino y el destino de vuelta al continente de la ética.


Fragmento de mi artículo «La ética, a las puertas de la ciudad», en El Catoblepas, número 15, mayo 2003, pág. 7.

viernes, 17 de julio de 2015

LISBOA, EL AZUL DEL AZULEJO


En Lisboa, corazón de Portugal, no hay salida, porque es un vacío perfecto. Por un lado, está el azul de las aguas del río Tajo. Por otro, espejea el azul del azulejo, que fabrican los artesanos del lugar, y donde ve reflejada el lisboeta su mirada blue. En lo alto, dominando el espacio, reina el límpido azul del cielo. Acaso como reflejo a su vez del mismo azulejo, ya vislumbró con agudeza el gran escritor y caminante Henry David Thoreau: «El azulejo carga el cielo en la espalda.»

Lisboa es el sitio ideal para perderse en un vacío perfecto entre azules, pero donde uno corre el riesgo de dejarse, como tributo, un fragmento del alma. Y no tanto por mor de un sueño inmortal cuanto por la aspiración propia de hacerse el vacío

Fragmento de «Lisboa, vacío perfecto entre azules». Capítulo IV de El alma de las ciudades. Relatos de viajes y estancias (Amazon-Kindle, 2015).

lunes, 6 de julio de 2015

NUEVA YORK, UNA CIUDAD VIVIENDO AL LÍMITE


«Hay, cierto es, fervor y agresividad, desvelo y ansiedad, en una ciudad que no duerme, ni se agota, que no cede a las presiones y agresiones de todo orden. La vitalidad y la energía que evidencia le vienen de sus propias premuras y sus mismos apremios. La violencia no debería medirse en Nueva York sólo por el número de agresiones y altercados contra las personas y bienes allí contabilizados (en EEUU, y el resto del mundo, hay ciudades mucho más inseguras), puesto que deviene de su misma esencia.

Violencia hay en hacer levantar un rascacielos junto a una delicada casita estilo tudor, y milagroso que puedan convivir como buenos vecinos. Es la violencia de construir una catedral de un gótico pétreo y florido rodeada por torres de acero y cristal, las cuales no hacen las veces de almenas ni campanarios, aunque diríase que sí la protegen, cuando en cualquier otra ciudad podrían fácilmente devorarla. No deja de ser una forma de violencia el demoler el bello palacio que acogía el primitivo (y no por ello menos modernista) hotel Waldorf Astoria, para edificar en el solar que deja nada menos que el Empire State Building. He aquí una feraz violencia urbanística insertada en una agresividad urbana. Tal vez por este motivo estén tan habituados los neoyorquinos a vivir en plena tensión, al límite, en plena reconstrucción.»



Fragmento de «Nueva York, ‘on my mind’». Capítulo I de El alma de las ciudades. Relatos de viajes y estancias (Amazon-Kindle, 2015).

martes, 5 de mayo de 2015

EL ALMA DE LAS CIUDADES (2015) EN E-BOOK


Concibo el viaje como una forma de ensanchar la vida. No me considero un nómada, tampoco un excursionista accidental ni un aventurero profesional. Explorador y vagamundo, sí. Recorro las ciudades en busca de su alma y también de la mía, deseando captarlas y reunirlas, para luego poderlo contar. Así entiendo los viajes, así los emprendo y aquí los relato.

Con escalas en Nueva York, Ámsterdam, Roma, París, Berlín, etcétera, el libro ofrece rutas por ciudades, si bien no se trate de una guía turística. Contiene crónicas y narraciones en las que la percepción viajera marcha junto a la imaginación literaria.

Pasajeros/lectores con destino España, diríjanse a la puerta de embarque nº 1.

Para destinos internacionales, puerta de embarque nº 2.



Feliz viaje literario

lunes, 13 de abril de 2015

'DOS VECES BUENO' (2014). AFORISMOS Y APUNTAMIENTOS


Prólogo [es un detalle]

A buen entendedor…
Un prólogo podría titularse «espantamoscas»…

G. H. Licthtenberg, Aforismos, Cuaderno D [105]
AL LECTOR

El libro que tienes en las manos (brillando en la pantalla del ordenador o en cualquier otro dispositivo electrónico) es, no te quepa la menor duda, porque a la vista está, un librito. Esto es, un volumen breve, poco voluminoso, que cabe en el bolso o en el bolsillo, ligero y práctico, para el niño y la niña, ideal para leerse a ratos, por partes, a salto de mata, a buen paso, según le venga a uno en gana, que será cuando vaya a cuento. Un texto ilustrado. Cual libro de horas, puede ser visitado también en cualquier momento, sabedor el lector de que los contenidos variados que alberga (no digo «atesora») le van a entretener, mas no a distraer de otras tareas diarias: ora hojea esta página, ora ojea la venidera, a ver que tiene, a saber lo que le espera.

El tamaño del volumen es perfecto: pequeño, nada pesado. Óptimo para llevar durante un paseo, en un viaje; y no sigo por no adentrarme en los escabrosos dominios de la escatología.


Puedes adquirir el libro aquí.




miércoles, 1 de abril de 2015

HERMAN MELVILLE, EN TIERRA FIRME


«Durante nuestra conversación, el respetable exiliado de la civilización dio señales de una inteligencia nada común. Afirmó haber ocupado una cátedra de Filosofía moral en una universidad de su región, la cual evitó cuidadosamente nombrar. Se hallaba ahora contento con su vida tranquila y sosegada, lejos de los tumultos de la incesante ambición.»

Herman Melville, Viajar


miércoles, 11 de marzo de 2015

LA POLÍTICA ESPAÑOLA TRAS EL 11-M: OSCURA ANOMALÍA



El árbol de la vergüenza continúa impidiendo ver el bosque de los ausentes. Siguen denominando «Bosque del Recuerdo» al monumento próximo a la estación de Atocha en homenaje a las víctimas de los atentados terroristas en Madrid aquel 11 de marzo de 2004. ¿Es esto sarcasmo, rechifla o humor negro? 
 Por orden de la autoridad, poco después de la masacre, las víctimas del terrorismo en el conjunto del continente («Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo»; ¿y por qué no, mundial?), comparten una misma fecha de referencia para honrar a sus muertos. ¿No es esto democrático e igualitario? A este paso, en un futuro no lejano, tal vez las víctimas de aquel día funesto sólo recibirán público homenaje el Día de Difuntos.
Del mismo modo que un atentado terrorista no debe confundirse con un mero accidente, no todos los muertos pueden ser enterrados en una misma fosa común. Tras el 11-S, un clamor general se extendió desde el cráter de Manhattan a toda la nación americana: «Nunca olvidaremos». De la Zona Cero a la justa reparación. En ello siguen, a pesar de algunos. 
Aquí, en cambio, once años después del ataque frontal al corazón del país, el golpe de mano que propició el cambio brusco del Gobierno vigente (objetivo alcanzado), los políticos y gran parte del gentío ya están en otra cosa. Los profetas de la Ley de Memoria Histórica declaran que hay que olvidar, pasar página, mirar al futuro… 


Sin embargo, la verdad, todos saben. Y todos callan…
Tras el humo de las bombas, una bomba de humo, de distracción y ocultamiento, nubla el horizonte de la vida política en España, haciendo de ella, en su conjunto, una oscura anomalía.
España entre el olvido, el silencio y el puro humo.

martes, 10 de febrero de 2015

YA HAN PODIDO




Los dirigentes de la agrupación extremista Podemos, fuerza política (todavía) extraparlamentaria en España, ocupa todos los días todas las portadas de todos los medios de comunicación. Prácticamente, todo el país está pendiente ahora mismo de las cuentas bancarias y el estado financiero del señor Monedero, poderoso caballero.

Pero, yo pregunto: ¿qué tiene más delito, que este señor sea rico y pague más o menos impuestos a Hacienda, o que sea el «número tres» de un partido extremista de alineación comunista, vinculado a los regímenes actuales de Venezuela e Irán, que amenaza con venganzas y «frentes populares», con restaurar viejos (y caducados) sistemas sanguinarios para acabar con el Sistema actual, que aspira a asaltar el poder, a alterar radicalmente el trémulo orden constitucional e imponer una «democracia popular» de socialismo real, que ha logrado, cual flautista de Hamelín, hacer que le sigan la corriente millones de ciudadanos muy indignados, que representa, en fin, según las últimas muestras demoscópicas, la primera opción política en estimación de voto?



En España, después del derrumbe del Muro de Berlín, se coquetea y frivoliza con la perspectiva de una sublevación general y de «dar la vuelta a la tortilla» («otro mundo es posible…»), con las posibilidades del comunismo,  con la utopía, con un horizonte totalitario y liberticida, de ruina general y de confrontación ciudadana. Pero, tras años de crisis económica, no se decide a acometer una larga lista de urgentes reformas estructurales de orden institucional, social y económico (educación, justicia, sistema electoral, régimen fiscal, energía, plan hidrológico nacional, administraciones públicas, etcétera), conducentes a frenar la corrupción, modernizar las instituciones, aligerándolas de trabas burocráticas, tasas e impuestos, crear riqueza y hacer nuestra economía más productiva y competitiva, creando así puestos de trabajo. Empatizan los extremos y terminan por juntarse.

Todo indica que a la mayor parte de la opinión pública española le preocupa más lo primero (acosar a los ricos y el desquite: «quítate tú para ponerme yo») que lo segundo (unir a la nación y situarla entre las grandes potencias mundiales). El orgullo del pobre vence al orgullo nacional. En consecuencia, no es preciso esperar a las próximas elecciones: ya han podido…